Test-Estilo

Mi enfoque: Todos necesitan escuchar de Jesucristo, aunque el momento y el lugar no parezcan tan adecuados.
Si una actividad o un acontecimiento me parece divertido, me gusta invitar a otras personas a que participen.
Digo las cosas como las veo, sin dar vueltas al asunto.
Me encanta ayudar a los demás. No necesito ser el centro de atención.
Oro regularmente para que mis conocidos y amigos conozcan a Jesús.
Prefiero un enfoque práctico a la teoría.
Me encantan los libros que me desafían intelectualmente. Porque quiero tener algo que aportar en la conversación.
Antes de sacar el tema de la fe, intento averiguar con qué tipos de cosas se enfrenta la otra persona en su vida diaria.
Me interesa más la vida cotidiana que las teorías.
Quiero entender las verdaderas razones que hay detrás de la opinión de alguien.
Me resulta difícil compartir con otra persona mis experiencias personales con Dios.
Prefiero ayudar a la gente, antes que dirigir una discusión o predicar un sermón a alguien.
Me gusta invitar a las personas a comer y siempre espero que salga el tema de mi fe.
Me fascina el proceso de descubrir respuestas a preguntas difíciles sobre la vida y la fe.
Soy bastante sensible, a menudo percibo cosas que la gente no dice de manera directa o en voz alta.
Me gustan las discusiones animadas sobre temas difíciles.
Si alguien que conozco no está bien, suelo preguntarle por ello y ofrecerme a orar por él.
Me resulta difícil decirle directamente a la gente que necesita a Jesús.
Puedo ser muy atrevido y directo con los demás, cuando les hablo de Cristo.
Me resulta fácil conectar con la gente y entablar relaciones.
A veces acabo hablando con la gente sobre temas espirituales al estar intentando ayudarles de otra manera.
Me gusta invitar a las personas a actividades de mi iglesia o comunidad de fe.
Algunos de mis amigos han escuchado y recibido a Cristo a través de mí.
Me gusta contar a los demás cómo conocí a Cristo.
Soy directo y me gusta desafiar a la gente, aun cuando este enfoque pone a prueba nuestra relación.
A la gente le parece interesante la historia de mi vida y mi testimonio de fe.
Si puedo elegir, prefiero hablar con la gente en lugar de echar una mano.
No me gusta involucrarme en discusiones profundas. Prefiero compartir historias sobre mis experiencias.
Me encanta orar por la gente en el momento y lugar que sea.
Me da vergüenza invitar a la gente a un evento cristiano.
Las relaciones personales y las amistades son muy importantes para mí.
Si oigo hablar de un buen evento evangelístico, invito a otras personas a que vengan conmigo.
Me gusta orar por otras personas y con otras personas.
No me resulta difícil admitir mis errores pasados en la vida si con ello puedo ayudar a los demás.
Me encanta hablar con gente que piensa con profundidad y se hace preguntas profundas sobre el sentido de la vida.
No hablo mucho de mi fe. Prefiero que otras personas hablen de la fe.
Aunque la verdad a veces duela, es importante decirla de forma directa.
No soy muy extrovertido, y soy más reservado a la hora de hablar de mi fe con otras personas.
Me resulta difícil orar por los demás y a veces tengo que esforzarme para hacerlo.
A la gente le gusta escucharme cuando cuento sobre mi vida con Jesús.
Creo que Dios sigue haciendo milagros hoy en día y que quiere hacerlos a través de mí.
Hablando con las personas, a menudo añado historias de mis experiencias personales para ilustrar un concepto.
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